Viernes 21 de diciembre de 2018, primer día “oficial” del invierno. Parece que se han alineado los astros para que pueda poner un paréntesis en la temporada de esquí y haga mi primera travesía en solitario. No es que tenga en mente renunciar al “Sailing Together” con Emma que, dicho sea de paso, es el formato que más disfruto. Nada de eso. Pero tengo el gusanillo de probarlo, aunque sea sólo por una vez. Una especie de reclusión a bordo del SHARKY para meditar y para experimentar algo nuevo.
He estado comprobando los partes meteorológicos y parece que mi idea va tomando forma. Pronostican fuertes vientos del oeste - suroeste, y poca ola, tanto para el viernes 21 como para el sábado 22. Además, las temperaturas parece que se mantendrán relativamente suaves para la época de año en que estamos, sobre los 15º. Esto es lo que dice mi aplicación favorita, Weather4D, y lo que corroboro con PredictWind y Squid Mobile.
El jueves por la tarde, después de una “tournée” desde Andorra a Boí Taüll el martes, Panticosa el miércoles y Barbastro el jueves al mediodía, hago una compra de alimentos básicos y preparo el SHARKY para zarpar a las 02:30h de la madrugada del viernes. Es importante no dejarse llevar por la excitación del momento y hacer todas las comprobaciones pertinentes. A parte del aprovisionamiento de víveres, verifico el nivel de los depósitos de agua y gasoil, el motor fue revisado hace tan sólo unas semanas, instalo las líneas de vida en cubierta, electrónica, luces, …
La fórmula de salir de madrugada me permite dormir suficientes horas, entre 4 y 5, como para mantenerme despierto y suficientemente alerta durante la travesía. Encarar toda la noche sería una irresponsabilidad porque correría el riesgo de dormirme más allá de los 15-20 minutos que tenemos de margen los navegantes entre el avistamiento de las luces de un barco y que se aproxime a una distancia de posible colisión.
La travesía de ida es casi perfecta. No he avistado delfines y les he echado en falta. Pero la tremenda luna que me ha acompañado hasta la misma salida del sol ha hecho que las horas de navegación nocturnas fueran casi diurnas. Maravilloso.
A unas 20 millas de mi destino cometo un error garrafal y se me estropea el piloto automático. Un contratiempo sin mayor importancia si navegas acompañado, pero un gran marrón si lo haces en solitario. Confieso, he recuperado cobertura en el móvil y me he distraído con el correo electrónico y algunos whats de trabajo y… el viento ha subido hasta los 22 nudos (aparente) y se ha formado algo de mar. Con estas condiciones es mejor recuperar el gobierno del barco de forma manual para no forzar el piloto.
Ingreso en la bahía de Sóller a la hora prevista, sobre las 17:15h, y decido fondear en lugar de amarrarme en el pequeño pantalán que queda operativo en el puerto. Me parece más fácil largar el ancla que hacer toda la maniobra de amarre sin asistencia. De hecho tengo toda la bahía para elegir el mejor lugar posible… ¡igualito que en verano!
Ahora toca decidir que voy a hacer. Navegar toda la travesía de regreso sin el piloto, que no he sido capaz de arreglar, se me antoja complicado y físicamente muy duro. Hago la llamada del “comodín del público” a Lluís Más de Motyvel, pues mi ángel de la guarda, Montse Graupera, no me ha respondido a la llamada de socorro por primera vez en más de tres años. ¡Que buena gente y que profesionales!!! Comentamos las distintas opciones, valorando incluso dejar el SHARKY en el puerto para reparar el piloto y regresar más adelante en avión para recuperarlo, buscar a alguien para que me acompañe y así poder repartir las horas al timón,… pero finalmente opto por completar la navegada según había previsto originalmente, solo.
En estas ocasiones, me gusta pensar en situaciones mucho más complicadas para, entre otras cosas, minimizar y poner en su justo lugar la situación con la que toca bregar. A fin de cuentas, mientras el barco flote, no debería ser tan complicado. ¿Que haría un marino solitario al que le suceda esto en mitad de la travesía del Atlántico? Buscarse la vida y continuar navegando hacia su destino ¿no? Pues eso. Decido que a las 02:30h partiré de regreso hacia Ginesta.
Preparo todo para la travesía teniendo en cuenta la nueva situación. Hago bocadillos, acopio de frutos secos, frutas y bebidas que llevaré en la bañera de popa para tenerlo a mano desde el puesto de gobierno del SHARKY. ¡Joder, sin piloto hasta mear es complicado!!! Ceno una sopa de pasta y me acuesto a las 20:30h para intentar descansar tanto como me sea posible.
A las 01:30h me despierto, me visto y desayuno y me preparo para partir. Aprovechando que el barco está aproado a la dirección del viento, izo la vela mayor antes de levar el ancla. Finalmente, salgo de la bahía de Sóller a las 02:30h con un rizo en la mayor, el que tenía puesto desde el día anterior, pensando en llevar una configuración de velas que me permita navegar a la rueda sin demasiado esfuerzo. Si consigo llevar el SHARKY muy equilibrado podré incluso soltar el timón por momentos, bloqueando el timón… ¡ya veremos!
La panorámica de la luna y la salida del sol son aún más espectaculares que el día anterior. Las fotos que tomo con el móvil no hacen, ni de lejos, honor al espectáculo que contemplo. Al ir solo se aprecian detalles y se reflexiona de manera distinta. Observando el horizonte y la luna veo la “redondez” de la tierra. Entiendo el movimiento de los astros y me reconecto con nuestro maravilloso planeta. A pesar de las tremendas desigualdades y miserias de nuestro mundo, o justamente por ellas, no puede ser que los que hemos nacido con una “flor en el culo”, no disfrutemos a conciencia la suerte que tenemos. Además de intentar ser buena gente, es importante ser agradecido y feliz.
Cae un astro del cielo justo en el momento que desaparece la luna por el horizonte y sale el sol por la popa del SHARKY. Una estrella fugaz impresionante que deja una estela tras de sí digna de la Navidad. Sin duda alguna, una señal del cielo. El espectáculo se completará con avistamientos de delfines, a 30 millas de las Baleares y de nuevo a 28 millas de la costa catalana. Y como guinda del pastel, una preciosa ballena a 30 millas de Ginesta. No consigo fotografiar ni a unos ni a otros así que, de nuevo, vais a tener que confiar en mi relato.
Al final, rodeado de tanta maravilla, y con un buen viento que me impulsa hacia mi destino, el regreso se hace mucho más llevadero de lo que temía la noche anterior. Eso si, agudizo el ingenio y termino por gobernar el SHARKY con la pierna derecha. Es tan cómodo y tan fácil que tengo previsto utilizar esta técnica en futuras travesías cuando el viento arrecie y no podamos usar el piloto automático. Con 14-17 nudos de viento y a una velocidad de crucero de 7 nudos se maneja sin problema y con muy poco esfuerzo físico. La posición sentado en en lado de sotavento es comodísima y la distancia a la rueda perfecta para la pierna.
Llegando a destino empieza de nuevo el espectáculo. La luna que se fue hace tan sólo unas horas por babor, aparece de nuevo por estribor. Para mayor goce, es una espectacular luna llena, gigante, anaranjada por la puesta del sol que está ocurriendo al mismo tiempo por babor. Indescriptible. Bestial. Quisiera compartir el momento con mis seres queridos, pero deberé guardarlo como un tesoro en mi pensamiento pues navego solo.
Las últimas millas, si no fuera por el espectáculo divino, se hacen interminables. Desde el avistamiento del Garraf, el Prat y Barcelona a unas 20 millas de la costa, son aún cuatro largas horas de navegación en solitario. Pero lo curioso es que no me he sentido solo ni un segundo. Mi conclusión de esta fantástica experiencia es que es muy distinto hacer lo que he hecho, navegar en solitario, que navegar solo. Cuando hay amor, amistad, valores, uno siempre se siente acompañado. Así me siento yo. ¡Feliz!
Felicidades campeon. Que bonito weekend y sin contratiempos..ni trafico. Excellent. Un abrazo timo
ResponderEliminarNo te creas... a la ida me crucé con bastantes cargueros. A la vuelta casi solito. En cualquier caso, una muy buena navegada sumando millas y experiencia. 😊
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