BONIFACIO Y REGRESO A PORT GINESTA
Martes, 3 de julio de 2018. Después de una noche mágica en Cala Lunga, a las 09.00h de la mañana partimos dirección Bonifacio, en la vecina isla de Córcega.
Amanecer en Cala Lunga |
El estrecho de Bonifacio, entre las islas de Sardegna (Italia) y Corse (Francia) es conocido, entre otros motivos, por los fuertes vientos que habitualmente azotan la zona. También son muy conocidas y apreciadas las islas que se encuentran en este lugar privilegiado para la navegación a vela.
Por este motivo, aunque ya estuvimos fondeados unas horas el año pasado, decidimos pasar cerquita de Lavezzi, otra maravilla de la naturaleza. Sin embargo, en esta ocasión pasamos de largo para llegar al puerto de Bonifacio a buena hora y asegurarnos un amarre en ese concurrido puerto de Córcega.
Islas Lavezzi |
Después de superar el Capo Pertusato y su faro, dejando a estribor la Isla de Saint Antoine, enfilamos hacia la Pointe du Timon, con la fascinante vista de las casas de Bonifacio sobre los acantilados y el impresionante crucero, moto-velero, del Club Med que está fondeado frente a la costa, muy cerquita de la entrada del puerto de Bonifacio y su “ciudadela”.
Saint Antoine y al fondo el faro de Capo Pertusato |
Bonifacio sobre los acantilados |
Bonifacio, un puerto y un pueblo cargados de historia, es también uno de los puertos con más tráfico y peor gestionados de cuantos conocemos. Si algún día vais, olvidaros de anunciaros por la VHF, o de llamar al teléfono de Capitanía del puerto como manda la norma. Hay que entrar, con un estado de alerta absoluto para no colisionar con alguno de los barcos turísticos que lo transitan a toda velocidad, o alguno de los barcos de alquiler que lo frecuentan, y buscar a l@s mariner@s que, montados en rápidas lanchas rígidas y neumáticas, van asistiendo a los barcos que acceden al puerto. Como nos indicaron desde Capitanía, “ entrad y buscad a los chic@s de rojo”. De veras, es un puerto solo apto para expertos y para patrones con un temple sobrenatural. Por supuesto no está indicado para cardíacos. Igual exagero un poco, sazonando con algo de pimienta el relato de nuestra experiencia, pero estoy seguro que alguno de los que hayáis ido podréis corroborar mi versión.
Precioso crucero de pasajeros del Club Med |
Baliza de entrada al puerto de Bonifacio |
Puerto de Bonifacio con la imponente muralla del casco antiguo |
A pesar de lo comentado, el personal del puerto es muy amable y el lugar es extraordinario.
El puerto está envuelto de restaurantes, hoteles y tiendas, y coronado por la muralla y el casco antiguo de Bonifacio.
Decidimos comer en el restaurante Da Passano en el puerto. Una vez más, las indagaciones que hace Emma online dan un resultado más que positivo. Comemos muy bien y a un precio más que razonable, especialmente si tenemos en cuenta el lugar en el que estamos. Da Passano es, además de restaurante, una vinoteca. Lo disfrutamos especialmente.
A pesar del intenso calor, decidimos subir al centro histórico nada más terminar de comer. Un montón de lugares imprescindibles que visitar nos esperan en lo alto de Bonifacio.
Empezamos por el Cementerio Marino. Según dicen los propios corsos, el segundo más bello de Europa. Es curioso. Teniendo en cuenta que la belleza es algo relativo, yo lo promocionaría como el más bello del Mundo. En fin, no se cual debería ser su posición en el ranking pero, en cualquier caso, el lugar y el cementerio merecen una pausada visita.
Cementerio Marino |
Algunos parientes de nuestro amigo Patrick Toussaint, privilegiados por estar enterrados en tan bello lugar |
Nos dirigimos al costado sur de los acantilados para visitar la escalera del Rey de Aragón. Nos cruzamos con unos turistas que recién regresan después de bajar y subir los 187 escalones esculpidos en la pared del acantilado y nos recomiendan pagar la entrada de acceso. Creo que son 3€ por persona. No es un precio exorbitado, pero manda narices pagar para sufrir. La escalera baja desde lo alto del acantilado hasta casi el nivel del mar con una inclinación de 45º y, claro, son 187 escalones de bajada y 187 de subida. En este caso la aritmética es sencilla de entender.
Vista desde el mar de la escalera del Ray de Aragon. ¡45% exactos! |
Callejeamos por el casco antiguo de Bonifacio, disfrutando de un lugar turístico que ha sabido mantener su encanto y preservar su autenticidad. Aunque son muchas las tiendas, bares y restaurantes que encontramos, hay un equilibrio poco habitual en los tiempos modernos en que vivimos.
Después de comprar algunas provisiones para la travesía de regreso a Port Ginesta, regresamos al SHARKY para cenar algo ligero, pues hemos decidido zarpar de madrugada.
Igual que hicimos para cruzar el “charco” a la ida, llevamos varios días revisando y contrastando las previsiones en Weather4D, PredictWind y Squid Movile. Sin duda, debemos partir un día antes de lo previsto, para evitar una fuerte entrada de norte en el Golfo de León. De hecho, hemos asumido cruzar a sabiendas de que las primeras 24h serán muy tranquilas y las siguientes algo movidas con una primera entrada de viento del norte, que no pasará de los 30 nudos, ni levantará olas de más de 2 metros.
A las 04:54h de la madrugada del miércoles 4 de julio, salimos del puerto de Bonifacio. Aunque es noche cerrada, sabemos que a pocas millas de la bocana del puerto el sol se levantará por nuestra popa.
La costa de Córcega de madrugada. |
Después de un primer tramo con un viento muy favorable que nos permite alcanzar velocidades de hasta 7 nudos, usando el motor solo como apoyo, entramos en una zona "encalmada" que durará muchas horas.
Cruzamos todo el Golfo de Asinara, pasando a unas 15 millas al norte de la Punta Dello Scorno de la isla de Asinara. Aprovechando la calma reinante, decido arriesgarme de nuevo a perder el dron. Lo hago despegar sin detener el SHARKY y hago unas fotografías impresionantes. A la hora de regresar para recuperarlo se pone en modo automático y se va a aterrizar al lugar exacto del despegue, donde ahora solo hay agua. Debo aplicar el consejo de mi amigo Ariel Bercovich que, anticipando lo que sabía que me podía ocurrir, me dijo que la única manera de recuperar el control de dron en estas circunstancias es activar y quitar el modo sport del mando. ¡Funciona! En pocos minutos tengo el Spark cerca de mi mano pero no es fácil coordinar el control del mando y coger el dron con el barco en movimiento. Bajamos un poco la velocidad y finalmente lo conseguimos. ¡Que estrés! ¡Que manera de sudar! Pero la experiencia y las imágenes que hemos conseguido han hecho que merezca la pena. Emma me “insulta” y me llama loco. Yo creo que soy un osado y, la verdad, creo que hay que ser un poco osado para aprender y progresar, ¿no?
En el regreso, no podían faltar nuestros amigos los delfines. |
Emma no perdona un bañito... ¿sería un delfín en otra vida? |
Amanecemos con un buen viento del Noroeste y navegamos con un rizo en la mayor y el Génova completamente desenrollado hasta, como indicaban las previsiones, las 10:00h de la mañana. A partir de aquí encaramos un tramo con fuerte viento y olas que van creciendo paulatinamente. Acabaremos navegando unas 18h con dos rizos en la mayor y el 50% del Génova con un real que no superará los 24 nudos y olas de metro y medio con algunas series de más de dos. Cuando nos dejamos caer un poco y permitimos que las olas nos pillen de través conseguimos puntas de más de 10 nudos. Nos mojamos un poco con el rocío de las olas y tenemos que limitar la comida a lo que podemos recuperar de dentro sin complicarnos la vida, A pesar de ello, ¡disfrutamos de lo lindo!
Llegamos a Port Ginesta el viernes 6 a las 15:19h. Si no fuera por los compromisos laborales… volveríamos a zarpar al día siguiente. En cualquier caso, hemos disfrutado intensamente las más de 900 millas navegadas y los lugares en los que hemos recalado. Creo que la mejor descripción de lo vivido la resume a la perfección el comentario que le hice a mi amigo y “jefe” Luis Nozaleda a nuestro regreso. Simplemente le dije que después de este fascinante viaje estaba más preparado para la muerte. No malinterpretéis esto que asevero. Espero poder seguir sumando millas y vivencias por muchos años, pero es cierto que experiencias tan intensas y gratificantes como las que hemos disfrutado multiplican exponencialmente el valor de los días vividos.